martes, 22 de junio de 2010

El mar despejaba apenas la visión de mis neblinas. Daniella yacía dentro de él. Su cuerpo aún no era varado. Daniella y el mar unidos hasta que una de las olas se abstenga de seguir las órdenes de la estática. Cuando la soledad nos golpeaba con fuerza, cuando la desazón de nuestra experiencia de enamorados nos estaba llevando a la desesperación; decidimos acabar con lo que nos quedaba de vida.

-Tu primero.-me adelanté a lo que acordamos. Estaba nervioso sin duda –Yo veré que todo salga bien.
-Bueno, conste que confío en ti.-Se alejó de pronto de mí, no atinó a besarme. Iba a morir.

El mar despejaba apenas la visión de mis neblinas. El siguiente era yo. “Pensándolo bien, iré por unas bebidas, ya mañana veré si es preciso ir por Daniella” Mi pensamiento sin duda, no quería saber más ni de ella ni de mí. Creo que la muerte me entendería. Creo que Daniella y su locura fueron más insuperables que ese mar. Lo siento mucho amor.

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