martes, 22 de junio de 2010

Unas Veces Tú Otras Yo

El fuego es una envoltura más para la vida. Cuando decidimos alejarnos de ese pueblo horroroso y caluroso prometimos hacernos únicos. Cada uno por su lado pero juntos como un juego de brocas y dados. El azar la monotonía y las leguas de distancia.

Podrías estar entre ellos, aspirar el alquitrán huidizo del frío y de sus labios, podrías abrazar sus ansias, sus serenidades. Pero eras mía, me pertenecías como un gotero a su gusto de segundos. La posesión era de por sí imposible sin tu mirada. Así transcurrían mis días, precisando de ti y de tus manos. Esta era la forma como decidí a amarte antes de que decidiera acabar con mi vida.

-Los hombres siempre salen ganando- Te referías a mis juegos con ese mismo lugar común.-Tú haces trampa y sólo así ganas.
-Tratándose de dinero, todo es permitido-.Así era yo, irreverente y decidido

Pero tú me deparabas algo más, me amenazabas con que te marcharías a Londres a estudiar, que conocerías a un cosmopolita y que finalmente terminarías llenas de hijos, pero feliz. Yo en cambio quería hacerte feliz y sin necesidad de darte hijos.

Tu voluntad de hierro me hería algunas veces. Tu ímpetu con que calibrabas tus celos, no me daban mayores salidas. Aún así vivíamos, dos truhanes sin percatarse del mundo, dos tahúres sin destino más que una habitación y un plato de conserva de atún con arroz y papas sancochadas.

¿Tú querías esa vida? Yo pienso que no. Que sólo me tenías a mí para sentirte protegida, para que tus regresos por las madrugadas sean más justificados conmigo y la protección. Aunque dudo que una violación signifique algo trascendental en tu vida. La vida que aún me cuesta dejar de querer.

-Parto la otra semana, tengo todo listo.-Yo no lo creía, tú estabas reinventando la realidad, la realidad que quería, la realidad que me llevaría a ser padre o tío o abuelo; obviamente mientras cuidabas de mis ilusiones con unas buenas dosis de pornografía amatoria.-No me detengas por favor.
-¿Estás harta de mí, es eso? – Pregunté acaso por última vez.
-No, sólo trato de mejorar como persona.

Y yo, o bien un degenerado o un maníaco que confundía amor con placeres y cansancios. Pero teníamos razón, que ni tú ni yo podríamos poner vetas el uno al otro y que lo más sencillo sería aguardar.

Así estuve la semana pasada. Tú incomunicada, yo inquieto como buscando a mi otro ser. El ser que quedaba detrás de esta piel se había ido para siempre. Era preciso acabar con esto y yo tenía la razón. El raticida o el acantilado.

Elegí el acantilado, porque era el único lugar de Miraflores donde se podía, paradójicamente, despegar al vacío para morir por tan solo unos segundos.

Yo no tenía vida y lo mejor que podía hacer era precipitarme. Yo no tenía abogados, ni voceros. Era preciso hacerlo porque total uno no soporta.

El ambiente era propicio. Yo sólo tenía que respirar y tirarme. Pero sentía que el agua era algo excluyente conmigo. Así fue que pospuse todo y finalmente acepté dormir pensando que no debía buscar nuevas posturas, hasta para con la muerte. Y a eso iba atenerme.

No hay comentarios: