jueves, 31 de julio de 2025

El Tiempo de un Like

 A Bruno de Olazábal (i.m.)


(Resuena de fondo el intro de Tides of Time, Epica 2019)

- Estábamos juntando para la mamita, ya mucho tiempo andaba mal; por eso salía a trabajar hasta tarde.
(Aparece un rótulo en la parte inferior de la persona, dice Cecilia Quirós)

- El impacto fue considerable, la menor salió despedida por los aires. La conductora entró en shock.
(Similar al anterior, Mayor PNP Faustino Cerrón)

Cruce de Javier Prado con Prolongación Iquitos, son las siete de la noche de un viernes veintidós de julio.  Aurelia Quirós de doce años de edad se disponía a aprovechar el habitual y prolongado conteo del semáforo en rojo, en una hora punta desprovista de manera inusual de policía de tránsito. De los laterales y en cada frente, pendían las últimas unidades de transporte público de imponentes y vetustas carrocerías marcadas con el hollín imperdonable de la atmósfera limeña. Como de costumbre, otros ambulantes también se disponen a ofrecer sus productos que van desde accesorios vehiculares, los reactivados limpia parabrisas y las golosinas en barra. Aurelia contaba con estas últimas. 


En su escuela, sus compañeros no comprenden lo fortuito e injusto que puede ser el desenlace de la vida en cuestión de segundos; cuando se trata de estar expuesta a las trágicas estadísticas de los accidentes de tránsito. Según estadísticas alrededor del 30% de las causas de accidentes de tránsito se debe a imprudencia del conductor. Martina Harman, licenciada en administración de empresas, se disponía retornar a su departamento ubicado en la Avenida Dos de Mayo, en San Isidro, pero que por las circunstancias antes mencionadas, optó por tomar una salida por la avenida Prolongación Iquitos; provista de una camioneta BMW Serie 5, de trasmisión mecánica.


Martina, de treinta y dos años de edad, esperaba el cambio del semáforo. Mientras tanto, acababa de recibir la confirmación de entradas disponibles para un partido de fútbol del club de sus amores, con un equipo visitante por la Copa Sudamericana. Con un habitual gesto de manos saluda y a la vez despide a los vendedores que con las justas logran conectar con sus ojos; entre ellos se encuentra Aurelia. Su paso lento con el vehículo, mientras comparte una fotografía a su grupo de trabajo, ocasiona que espere otro cambio de luz de semaforización. Aproximadamente a las siete con diez minutos, Martina emprende el arranque de su vehículo para girar rápidamente a la izquierda, mas el cambio brusco del embrague ocasiona que sobrepase una berma donde Aurelia ordenaba su bolsa de dulces. El impacto, como refería el mayor Faustino Cerrón de la comisaría de Orrantia; fue considerable.

Aproximadamente a las siete y media de la noche, Aurelia era trasladada por el vehículo de bomberos al hospital Rebagliati. Producto de la impresión de la conductora, que la indispuso por varios minutos y que la menor no contaba con DNI, se vio esta imposibilitada de atenderse en la Clínica situada a unas cuadras del accidente. Desde la unidad de Trauma Shock y con apoyo de uno de los vendedores que decidió acompañar a la herida, pudieron localizar a la hermana de la menor. Ambas en situación de orfandad, se hacían cargo de la abuela que padecía de insuficiencia cardíaca. 


Al término de esta edición se desconocía del estado de salud de Aurelia, ya trasladada a una clínica privada. Martina confiesa entre lágrimas que no ha vuelto a tocar el celular para las redes sociales, y promete frente a sus padres y la hermana de Aurelia; que no lo hará hasta tener noticias de su recuperación. 



De Safari con Juliet

- ¿Cuántos trasplantes capilares requiere hacer tu esposo para llevarte de safari? - Me animaría a preguntarle.
- ¡Por supuesto!.- Exclamaría ella, como en sus breves charlas de épocas universitarias.

Detrás del contenido, desconozco si hay ensayos, si hay de pronto una logística que la moldee al espacio; que en este caso es un parque ecológico o un safari. Un safari que me recuerda la historia del león que casi devora al cazador egresado de ESAN; que hoy en día dirige con miedo y reserva su terminal portuario con ayuda de los chinos.

Pero Juliet, anda resuelta y emprende con paciencia a engalanar el ambiente con su outfit de cebra; para posar junto con ellas y hacer de la majestuosidad parte de su vida. Esa que supo conquistar con su sonrisa y su paciencia, en los tiempos del Jockey Plaza.  Y que claro, tendría a la postre algo como este diálogo:

- Vamos a Mega Plaza.- Otra vez, lo que sería yo.
- ¡Por supuesto!

Marcado por el Talento

- Me parece que fue el regalo de un ex de mi mamá, antes de tenerme a mi claro. - Contaba Adrián.
- ¿De casualidad, se llamaba Adrián?.- Consultó Martina.
- No, Hugo. Jaja.- Contestó el risueño fotógrafo.

Martina acompaño la sonrisa de Hugo, pero sin mirarlo, con el objetivo de que no se produzca nada en ella, hasta el regreso de Josefina en todo caso; porque ella lo vio primero. 

- ¿Qué fue? Y por qué elegiste fotografía, ah?.- Preguntó Josefina, luego de dejarle el vaso de café.
- Es un toque complicado, porque mi mamá terminó con Hugo, cuando el viajó. - Respondió Adrián.

Para resumir la historia, la madre del joven decidió conservar el peluche porque estaba provisto de un atuendo particular y tenía una cámara. A los dos años conoció al padre de Adrián y se casaron a los dos años siguientes. Comenzaron a viajar para cuando Adrián tenía dos años; y el que no se despegaba del peluche. Cada foto en que aparecía durante su infancia, tenía al peluche.

- Lo máximo. Va a estar interesante el focus Martina.- Exclamó maravillada Josefina.
- Sí, de ley. Gracias Adrián, quedamos en avisarte para la segunda parte.- Respondió la joven arquitecta.
- Buenazo. ¿No quieren una foto?

Tenue

No imaginamos frente al peligro. O al menos eso nos recomendaron aquellos amigos que nos enseñaron a perder el miedo cuando manejábamos bicicleta. Pero Lucía, sola y frente a su captor no tenía otra salida para sus pensamientos que mantener la calma y esperar que el rescate pueda concretarse.

Allá en Huancayo, veintidós años atrás sus padres por todo lo alto, celebraron con júbilo y dicha que eran los más felices y casados del Valle del Mantaro. Pero Un momento, como indicó uno de los secuestradores, Ella primero dijo que no tenía al padre vivo y ahora me llama un tal Cerna, ¿es tu viejo?, Es mi padrino, mi padre está de viaje de negocios, ¿El maneja las cuenta acaso?, Sí, con mi mamá.

La calma que expresaba Lucía, aburría y extenuaba a sus captores. Cuando ellos supieron del disponible en caja y bancos; accedieron a un monto menor. No podían hacerle nada, ni tocarla porque dejarían huellas. Esto no es el cine. Tenían frente a ellos una chica tenue y pálida de miedo que no colaboraba; que soñaba con ser contadora y darle el alcance a su padre en Madrid. Y así fue, después de todo; para bien y honra de todos. 

Adrián el Fotógrafo

 -¿Cómo que Hugo?-. Preguntó Josefina.
- No, jaja. Me llamo Adrián y soy fotógrafo. 

Efectivamente, aquel risueño hombre de veintidós años, metro setenta y siete de estatura, cabello lacio y todo desenvuelto tenía un peluche fotógrafo; y pero que se llamaba Hugo. O bueno así decía la etiqueta.

- Te daría un café gratis. Pero todavía no empezamos con el negocio, acá con Martina. Te la presento, ven-. Decía entusiasmada  Josefina.
- Hola Adrián. Cuéntame de él, que tal. - Saludo rápidamente Martina.
- ¿Pero y el café?, digo como para empezar bien.- Respondió el joven fotógrafo.

Josefina, viendo que la conversación pintaba bien, se separó de ellos para ordenar un café en el concesionario de la universidad. Habían convocado a un focus group; e ir conociendo a personas con peluches o bueno que aún lo conservan.

El Tiempo de un Like

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