Era un sábado como otros tantos. Impensables de trabajar. Pero con la esperanza que el porcentaje de propina o de consumo por decreto ley; se materialice y pronto. Martina alistaba en su maleta al peluche que se convertiría en modelo de vitrina, por buscar un buen nombre para un socio. Josefina ya tenía al suyo incrustado sobre el mostrador. Todo eterno.
- A tenerlo limpio siempre, ¿verdad? - advertía Martina con una sonrisa de adolescente.
- Yo creo que sí. Nos turnamos.
A los diez minutos iban llegando de a pocos los congregados. Un oso cocinero, uno con apariencia de mecánico, uno pobre porque no tenía ropa so pretexto de que no secó y un considerable etc. El tema era que esperaban llegaran solamente siete y había como doce.
- Se pasaron la voz. ¿Qué fue? - sorprendida Martina de pronto por ese número.
- Se nos va del presupuesto por Dios. Y todo cuesta - concluyó Josefina.
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