jueves, 19 de marzo de 2009

Camino a Tarma

La mañana agonizaba bajo una suave lluvia a la altura de Casapalca. Don Augusto develando sus supuestos 39 en una sonrisa juvenil, me preparaba para lo que sería mi primera actividad.

-Asegúrate del toldo. Nos detendremos en veinte minutos y tendrás que cubrir la carga.-Terminaría de decir, ya no sonriendo.
-Podremos detenernos tras un camión parecido al nuestro y con la tolda puesta.-Le dije percibiendo a los pocos una nueva sonrisa.
-Por supuesto.-Exclamo un juvenil don Augusto, acaso contento por mi buena pregunta.

El toldo pesaba casi veinte kilos. De no ser por el modelo de Volvo que tenía al frente hubiese tardado más de la cuenta. Cada parte extendida era crucial en la cobertura de la carga; incluso con implicancias en las posibles filtraciones. Faltando cinco minutos para terminar mi trabajo, don Augusto dejaría las dos tazas de café a un lado y terminaría de dirigir mi labor con un “te voy a dar una manito campeón”. Por un momento al complacerme, creí haber heredado su sonrisa.

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