jueves, 1 de abril de 2010

La Función del Silencio


Un martes cualquiera. La taza de café que no llego a ubicar. El optar por un té filtrante porque los nervios deben ser calmados en vez del sueño. Al dormir, su presencia que llega. Sus palabras que dificultan la expresión de mi consciencia. Es un sueño, una y otra idea que sale de mi y se torna como una nube.

Su desnudez fascinante viene a inquietarme como si yo fuera ella ante la presencia de un hombre cerca al tocador. Avanzar sobre ella, lentamente. Estando en ella, apresurar mis movimientos, jadear, agotarme y quitarme a fin de no dejar rastros de mi especie.

-¿Sabes qué día es hoy?- Inquiere volviendo su rostro hacia mí.
-Martes.
-No, es Zirenio. Ya hace mucho que dejamos la notación de los calendarios – Contestó alegremente, como celebrando de su erudición.
-No interesa – Trato de ser indiferente, pero llego a interesarme por el tema. -¿Ayer qué día fue?
- Ayer no hubo día, sólo estamos conscientes los días pares.Todo ha cambiado, debes saberlo.
-Ven , quiero hacerte el amor por favor, creo que es lo mejor que aún me queda.

Me introduje una vez más en ella, con más seguridad, como si buscara un refugio para mi vida, para mi subconsciente. Ella era increíble. Ella y cada una de sus extremidades. Era suavidad, era placer, era una mata de pelos que me rozaba el vigor de mi sexualidad. Transpiraba y la miraba con amor, jadeaba y sentía el olor de su sexo con más intensidad. Un olor que incorporé a los míos. Nos enredábamos una y otra vez, su voz poco a poco se iba apagando, su cuerpo se me escapaba del torso. Yo parecía una máquina y ella un jabón poderosísimo y a la vez natural. Hasta que llegó la calma.

- Ayer lo hice con Michael, él no es como tú.
-Puta madre dejate de estupideces, no se supone que ayer no hubo día - repuse casi avergonzado de aceptar sus razonamientos.
-Ayer no estabas dormido como hoy – vuelve hacia mis ojos y luego de un beso me pregunta: -¿Dejarás de amarme?
- No es justo que sólo habites en mis sueños, te quiero real en mi vida.
 La única forma es que dejes de exisitir – No quise creer sus palabras y decidí despertar.

“Ana Lucero, te he dicho que no quiero verte en la oficina antes de mi regreso”
“Disculpe jefe, no pensé que le iba a afectar tanto”
“¿Tiene idea de qué día es hoy, señorita?”

Ella bajó la cabeza y se apartó de la oficina, fue la última vez que vi a la chica de mis sueños trabajar conmigo. Nunca supe cómo otros podían tenerlas, practicando y fornicando a la vez. Enseñando y acariciándolas desnuda. Yo era un imbécil que no quería llegar a su mundo inocente de libros, silencio y puntualidad.

Michael, mi jefe, tenía un punto de vista distinto. “Tienes que hacerte el no interesado,sólo así lo conseguirás”. Yo no podía. Ana Lucero era más fuerte que yo y sólo en sueños podía ser mía.

“Siempre estás callada...”
“Trabajo señor.”
“¿Quieres salir esta tarde a almorzar con Michael y conmigo?”
“Gracias señor”

“Eso es fantástico Ana Lucero, mis padres nacieron ahí. Mira que coincidencia.”” Bueno señor Michael y qué espera” “Que este jovencito callado ascienda y así pueda tener vacaciones” “Esta bien, prometo esmerarme para que así ascienda” Resulto ser distinta, alegre, simpática. Con el cabello suelto que la imaginé en mis sueños.

“Así es, desde hoy ella verá mis temas. No te preocupes en dos semanas tendrás nueva practicante” Entendí que mi ascenso vendría mucho después. Pero acaso ella le habrá contado a Michael de mis desvaríos. Nunca lo supe.Antes de mi renuncia al trabajo, cometí la torpeza de drogar a Ana Lucero y hacerla el amor, después de un evento de negocios.La dejé en el baño de damas.Nunca despertó.

Efectivamente , renuncié al trabajo. En un mundo que no llega a afectarme debo suponer que a esto debe referirse Ana Lucero en mis sueños.Que su silencio resultó ser más beneficioso para mis ansiedades que toda mi juventud siendo entregada a un trabajo, que me alejaba de mí mismo.

No hay comentarios: